Estamos aprendiendo a aprender sobre los demás. Os contaría
lo de la descentración del pensamiento infantil y cómo les ayuda en su
desarrollo cognoscitivo, pero me ibais a acusar (y con razón) de decir
palabrotas. Y como tengo un compromiso con mis hijos de no decir palabrotas
para ser un buen ejemplo para ellos, voy a contároslo de otra forma. En vez de
hablarles de Piaget, hemos discutido cómo es que los mayores llegamos a
aprender de los demás. Y se nos ocurrió que podíamos imitarlos, y practicar a
preguntar primero para responder a algunas preguntas que teníamos “como tarea”
contestar, pero luego ya por curiosidad genuina, para saber más de nuestros
amigos. Nos convertimos, por turnos, en entrevistadores y entrevistados durante
toda una clase. Libreta en mano, fuimos a por unos datos básicos: nombre, años,
color favorito, asignatura preferida, deportes que le gustan… y según se iban
completando, los mismos entrevistadores iban añadiendo. ¡Se acabaron contando hasta
sus películas favoritas!
Y os preguntaréis ¿para qué quiero yo que mi niño aprenda a
preguntar sobre su plato favorito a sus amigos? ¿O cuál es mi vestido favorito?
Sabemos por algunos estudios que una alta puntuación en inteligencia emocional
suele ir de la mano con personas satisfechas con sus vidas. Y si convertimos el
concepto “emocionalmente inteligente” en cosas que hacemos o decimos (conductas
observables) una de las primeras que nos encontramos es la capacidad de
interesarse por otras personas. Cuando aprendemos a escuchar a los demás, a
hacerles preguntas, a querer entenderlos, desarrollamos muchas habilidades que mejoran
nuestro nivel de IE. ¿Cuáles?
-
La empatía. Porque cuando nos preocupamos de
saber más sobre alguien, podemos acabar entendiendo cómo se siente respecto a
una situación.
-
La capacidad de escucha. Porque para entender lo
que nos dicen, tenemos que poner nuestros sentidos en la otra persona y eso que
nos está contando. Y cuando prestamos atención a otra persona, hacemos que ésta
se sienta mejor, sólo por el hecho de sentirse escuchada. Cuando otra persona
se siente atendida en lo que dice, tiene más ganas de compartirse, es más
amable, y normalmente se pone contenta. Al compartir esa emoción, el “entrevistador”
se contagia de que su “entrevistado” esté alegre de poder hablar de sus cosas.
Así que si fomentamos la curiosidad innata de nuestros
pequeños por las personas que les rodean, les estamos abriendo el camino a
pensar en los demás, a considerar que hay gustos diferentes a los suyos, puntos
de vista que ellos quizás no habían visto, que los otros sienten, viven,
piensan, de diversas maneras y que ellos, a través de preguntas (ya llegaremos
a fomentar la capacidad de observación, para otra clase!) pueden conseguir
mucha información sobre su mundo
Pequerrecomendación:
no te hace falta ponerle a hacer entrevistas en el parque pero puedes
preguntarle por los gustos de otros cuando te habla de los suyos
espontáneamente. Entonces cuando te cuenta que quiere arroz blanco para comer
porque le encanta le puedes preguntar ¿sabes cuál es el mío? ¿y el de papi? Y luego
cuando se cocina ese plato en casa, el favorito de uno de los papis, o cuando
se come fuera, el peque se sentirá feliz al recordarlo y el papi
correspondiente por saber que lo recuerda, y estaremos promoviendo a la vez el
interés genuino por los que le rodean, otra herramienta para su mochila de
habilidades emocionalmente inteligentes.
me ha gustado mucho este articulo ;-)
ResponderEliminar