Esta semana utilizamos un cuento para hablar sobre hablar,
que es de lo que estamos hablando este trimestre. Había, una vez, un cuervo. Y
una encina. Y nada más entre el cielo y la tierra. El cuervo se posó en la rama
más alta y dirigiéndose a las hojas dijo “vaya… qué pena me dais… vosotras
protegéis al tronco, bailáis al son del viento mientras las raíces y el tronco
descansan al sol….” Miró su reloj y remontó el vuelo, se le hacía tarde. Al día
siguiente volvió junto a la encina y posándose en la tierra metió su pico hacia
las profundas las raíces, y dirigiéndose a ellas dijo en susurros “vaya, cuánta
compasión siento por vosotras, ahí a oscuras, sin poder disfrutar la luz del
sol, la brisa, el vaivén del viento… mientras las hojas y el tronco se
sustentan sobre vosotras, aquí siempre encerradas en la oscuridad…” las raíces
enmudecieron. El cuervo miró su reloj y se preparó para marcharse. Se le hacía
tarde. Al día siguiente se posó frente al tronco pero no abrió el pico. Se
sentó a esperar. Y vio cómo las hojas al principio tímidamente y luego en una
caída sin fin, se tiraban al suelo ¡querían estar quietas y descansar en la
tierra, como el tronco y las raíces! Al mismo tiempo, las raíces dejaron de
buscar agua y alimento bajo tierra y comenzaron a despuntar desde la tierra,
buscando el brillo del sol, y sentir el aire ¡querían sentir lo que las hojas y
el tronco tenían a diario! El tronco lloraba desconsolado mientras trataba de
hacerse oír por las hojas y por las raíces “¡no hagáis eso! ¡hojas, no os
caigáis! ¡raíces, no brotéis! Cada uno tenemos una función…. Por favor…” El
cuervo miró su reloj, y partió al momento.
Al día siguiente, con su maleta y su gorro nuevo, el cuervo
se posó en el tronco de la encina seca y colgó en la puerta el cartel con su
nombre, príncipe de los enredos. Rey de la nada.
Dice Gloria
que llevas una ropa muy fea.
He escuchado
a Ramón decirle a los de su clase que no te pidan para jugar a muro.
No te
invitan al cumpleaños de Soraya porque dicen que eres tonta.
Contamos entre todos cuántas veces nos ha
pasado, que dejamos de hablar a un amigo o amiga porque nos han dicho que ha
dicho algo de nosotros por la espalda. Y contamos si conocemos algún “cuervo”
liante en clase o entre los amigos del parque, que viene contándonos cosas
malas de otros, o cosas que seguramente le sirvan para algo bueno a él pero que
es malo para nosotros… ¿hablamos a nuestros amigos mal de otros? ¿nos cuentan
cosas malas de otros? ¿qué hacemos cuando nos las cuentan? La idea de las
reflexiones sobre el cuento es que compartan experiencias comunicativas, cómo
viven las palabras de los amigos, y cómo cada uno del grupo las afronta, las vive y las resuelve.
Pequerrecomendación:
queremos fomentar que los pequeños piensen por sí mismos y que puedan tener en
cuenta otros puntos de vista cuando observan la realidad. El pensamiento
crítico empieza por ayudarles a escuchar sus pensamientos sobre lo que ven, y
retar sus conclusiones pidiéndoles nuevos enfoques y que nos cuenten qué han
observado para llegar a esa conclusión. Preguntas abiertas del tipo ¿te ha
pasado alguna vez como al personaje del cuento/del amigo del que no está
hablando/del personaje de dibujos que está viviendo una situación parecida? Y
dejarles que nos cuenten, les ayuda a estructurar en su memoria y en su mundo
mental, las experiencias y los significados que les dan. Los cuentos son un
magnífico vehículo para estas discusiones, y ¡les encanta que les pongamos
voces a los personajes!
Que buen consejo, se lo voy a leer a mi pequeña ya no tan pequeña, a veces es dificil gestionar las opiniones de los demas sobretodo si son tan pequeños, y a los padres nos cuesta hacerles entender y como hacerselo entender que no hagan caso de esos cuervos... tienes mas titulos que leerles?
ResponderEliminarEstoy justo haciendo una recopilación de cuentos con valores, de los que encuentro en la biblio. Dame unos días y publicaré una entrada con los mejores que he ido encontrando ;)
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