¡Bienvenidos! El objetivo de este blog es manteneros
informados del desarrollo de las clases de Inteligencia Emocional y que podáis
seguir a través de estas entradas, el programa de trabajo con los pequeños en
las clases semanales. Los tres trimestres del curso están estructurados en tres
temáticas: vocabulario emocional en el primero (trabajar, ampliar y profundizar
en lo que saben sobre emociones), comunicación (empatía y asertividad) en el
segundo y motivación (automotivación y autoconcepto) en el tercero. Aunque
muchas clases incluyen ejercicios que trabajan varios temas y aprovechamos la
interacción en clase para sacar todas las lecciones que podemos.
Suena todo muy formal ¿a que sí? Creedme, los niños pasan
esta hora de la semana esencialmente jugando. Dibujamos, ya que el dibujo es un
vehículo inestimable para que los pensamientos de los peques tomen forma.
Escenificamos, y los pequeños tienen la oportunidad de actuar en emociones que
no están sintiendo pero que evocan. Leemos, ya que los cuentos sirven como
metáfora de los mensajes que queremos reflexionar y los animales nos vienen de
fábula (¡nunca mejor dicho!) para canalizar las reflexiones. Jugamos, porque a
través del juego experimentamos valores esenciales. Voy a detenerme aquí un
poco, porque creo que vale la pena extender un poco esta explicación. Las
investigaciones más recientes apuntan a que el juego es una forma “segura” para
los niños de experimentar física y mentalmente sobre vivencias que luego la
vida irá presentándoles y que resolverán de manera más competente cuando más
hayan desarrollado la habilidad. Con esto quiero decir que jugar es un asunto
realmente serio. Todas las clases comienzan con un juego. Os podré un ejemplo.
Para que el grupo gane confianza mutua, jugamos a que uno con los ojos vendados
busque y encuentre a un compañero que tintinea unas llaves. El grupo entero
hace un círculo alrededor de los jugadores, cogidos de las manos. El grupo
entero ha de guardar silencio para que el cazador pueda escuchar, y todos de
las manos protegen al cazador que no ve, para que no pueda hacerse daño. Todos
protegen, colaboran, aceptan las normas, trabajan en equipo y se sienten parte
de algo. El cazador se guía por sus sentidos, el cazado se divierte. Todo el
mundo aprende algo y todos a la vez disfrutan.
Esto os dará, espero, una idea de lo que hacemos en clase y
no os sorprenderá tanto cuando los pequeños vengan con un dibujo de sus mejores
habilidades por terminar, os cuenten que han sido murciélago o mariposa, o
hablen de la abejita valiente que asustaba a los cazadores.
Gracias por confiarme a vuestros hijos, os aseguro que para
mí también está siendo un aprendizaje inestimable.
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