Estábamos empezando la clase, organizando lo que íbamos a
trabajar, cuando la misma interacción entre los pequeños nos da una oportunidad
para trabajar en comunicación, espontáneamente. Con los peques he aprendido que
puedo llevar un guión en la cabeza de lo que quiero trabajar en clase, pero que
no todos los días son iguales, y hay días en que el juego tiene que ser más
flexible y otros en que estar sentados nos resulta lo mejor. Así que tengo los
ojos abiertos, porque aunque yo llevo mi juego en la cabeza, en ocasiones ha
sido algo que ha pasado en clase lo que ha propiciado un aprendizaje y una reflexión.
¿Qué pasó? Pues sencillo, algo que además seguro que os pasa
en casa en muchas ocasiones. Los peques buscan el apoyo o la ayuda de los
mayores alrededor cuando alguien les molesta. No me entendáis mal, que no es que
esto esté mal ni nada. Si uno más grande le está haciendo daño, lógicamente
intervendremos y defenderemos a nuestro retoño. Hacer esto, no obstante, no
impide que le ayudemos a acostumbrarse a hacer notar lo que le gusta y lo que
no, a quien se lo hace. Total, al pequeño [Ernesto
vamos a llamarle], un compañero de juegos suele golpearle para llamar su
atención. Ernesto viene cada vez llorando “prooooofeeeee… que [Julián se llamará el susodicho] me ha
pegado una patadaaaaaaa….” Entre hipos y lágrimas. La profe, mamá, el mayor que
esté a mano seguro que le dice a Julián “chico, ve con cuidado, ¡no hagas daño
a Ernesto, hombre!”. Correcto. ¿Y si invitamos también a Ernesto a decirle a
Julián “oye, Julián, no me golpees, ¡no me pegues, que no me gusta!”?. Ernesto
seguirá por supuesto buscando la ayuda de quienes le protegen en cada entorno
cuando Julián le golpee, pero sabrá que él también puede hacer algo con la
situación. Él tiene algo que decir, algo que hacer, frente a las cosas que le
desagradan. Y en ocasiones ese algo sucede que soluciona parte del problema, y
Julián le pega menos porque Ernesto “responde” de una manera directa con una
respuesta que es absolutamente lógica, que es algo que los niños valoran
usualmente más que los adultos. Me explicaré. “No me gusta” no tiene respuesta
desde el punto de vista de la razón. No se puede estar equivocado en lo que a
uno le gusta o no. No entramos en que si está bien o mal, o que si la razón la
tienes tú o yo. Solo es que no me gusta. Si quieres jugar conmigo, no harás cosas
que no me gustan ¿no?
Que se van a seguir “peleando” y encontrando ¡claro que sí! Sólo
le estamos dando una herramienta a ese peque, para su mochila de recursos para
vivir en sociedad. Es más probable que te den lo que quieres si sabes pedirlo.
Pequerrecomendación: Cuando
viene y te pide ayuda en situaciones en que hay otra persona implicada, invítale
a decirle al otro cómo se siente. Cuando algo no le guste, invítale a que le
ponga nombre y lo haga saber. Le estarás ayudando a ampliar su vocabulario
emocional, además de mejorar su comunicación con quienes le rodean, amén de entender
más de sus sentimientos ¡Todo ventajas!
No hay comentarios :
Publicar un comentario