Eso es lo que debe estar pensando esa cabecita de mirada
perdida en la esquina izquierda del techo de su cuarto... ¿existen las musarañas? Bueno, en eso, en cómo
se produjo el big bang o, en definitiva, en lo que piensen los niños que están
pensando en las musarañas. Algunos de nuestros pequeños están presentes todo el
rato y otros… otros viven en su mundo paralelo. Que abstraerse no es malo, ni
pensar, ni estar en nuestras cosas. Pero es cierto que es hay mucho en el mundo
en que vivimos que tenemos que tener en cuenta. Hay un orden en las cosas y nos
toca adaptarnos para que nuestra vida no sea un completo caos.
Como padres y educadores, vemos en los peques sus tendencias
naturales –a la actividad, al silencio, a la timidez, a comunicarlo todo, a
tener la cabeza en babia…- y lo que podemos hacer es ayudarles a
responsabilizarse de llevar a cabo los planes que les ayudarán a sentirse más
adaptados. Porque no tiene nada de malo ser tímido, pero en un momento de la
vida toca exponer un trabajo que hemos hecho en equipo y se nos ponen malos de
la barriga y no duermen en toda la noche con los nervios. Ni es malo ser un
explorador del mundo –o un culo inquieto, como queráis llamarle- pero para
poder aprender necesitan ser capaces de prestar atención y concentrarse o el
mensaje les pasa desapercibido y nos parece que no aprovechan las lecciones en
clase. En la clase que os cuento hoy, hemos tenido la ocasión de trabajar con
este despiste, con algunas sencillas acciones que además han sido divertidas
para nuestra peque, que llamaremos Eugenia. Después de que profesora y mamá se sentaran
para discutir sobre las rutinas y en qué puntos a Eugenia se le va el santo al
cielo, llegaron a la conclusión de que ella debía encargarse de preparar
algunas de sus cosas para el cole y así hacerse más responsable y consciente.
Os cuento cómo lo hicimos:
- Eugenia saca sus cuadernos de ejercicios cuando se va a sentar a hacerlos en casa, y cuando los acaba, revisa el resultado antes de llamar a sus papis. Después de que ha acabado de revisarlos, ella se encarga de meterlo en su mochila para mañana.
- Pusimos una carpeta transparente junto a los cuadernillos, de tamaño folio, en la que Eugenia pone tanto las notas que van para las profesoras, como las que vienen del colegio.
- En esta misma carpeta, con pegatinas de diferentes tamaños y colores, Eugenia se ha ido apuntando las cosas que suelen olvidársele. Es importante poner su nombre en las hojas sueltas. En otra dice “¿están las hojas en la mesa de la profe?”. Hay una más recordando “¿y los libros, están en la caja?”
A través de las rutinas les damos seguridad a nuestros
peques. Hacemos un entorno en el que pueden imaginarse qué es lo siguiente que
va a pasar, qué es lo que probablemente va a ir sucediendo. La sorpresa es
refrescante, y se aprende a disfrutar más y más con la edad. ¿Habéis visto a
algún chiquillo cansarse del cucu-tras? Puedes esconderte y aparecer por horas.
Cada vez se ríen más fuerte. Ya saben que les vas a aparecer de nuevo. Y lo
contentos que se ponen cuando apareces va de la mano con lo contentos que se
ponen por haber sido capaces de predecirlo.
Pequerrecomendación: Eugenia hizo su carpeta ella misma, con
los mensajes que sus papis y su profe le dieron sobre su despiste. Y aún los
lee cuando saca la carpeta de la mochila. Con el tiempo esperamos que sin
leerlos, recuerde estos puntos importantes de su día a día. Y lo mismo sigue
siendo un poco soñadora y su espíritu vuela en momentos del día, pero le
habremos dado herramientas para desenvolverse en su pequeño gran mundo de
manera que ser una soñadora, no sea un problema para llevar a cabo sus tareas. ¡La
mochila de nuestros pequeños cada vez tiene más recursos!
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